miércoles, 1 de febrero de 2012

suspendido por lluvia


Franco siempre me llamaba y me daba las buenas nuevas. Nunca eran nuevas y mucho menos buenas vamos a decir. Vamos a decir que ese día, cuando me senté a ver la lluvia en la ventana, que no era lluvia, era tormenta, me imaginé que Franco, que siempre tiene alguna historia fantástica para contarme los retrasos y las ausencias, me iba a llamar y yo ya iba a saber, que ese día, no nos veríamos.
Yo estuve sentada, con los pies en las rejas, tirando el humo mientras se levantaba el parquet por tanta lluvia. Empezando a sentir las gotas de ansiedad  que me tocaban la piel.
Historias. Franco luchaba contra viento y marea, contra los famosos molinos de viento, Franco luchaba con la vida. Casualmente ese día, Franco no luchaba solo con la lluvia, como yo imaginaba. Franco luchaba con inundaciones y cortes de luces, y por supuesto los malos servicios de telecomunicación.  Como una escena catástrofe hollywoodense, lo vi. Lo vi parado en el medio del transito, esquivando cables chispeantes, saltando los techos de los demás autos, ayudando a dar a luz a alguna mujer. Me causó gracia. Ese día no me podía enojar. Fui testigo del mal clima en toda la ciudad, pero me causó gracia.
Franco sabia que yo iba a saber, que ese día no nos veríamos, pero su tono optimista, forzado, fingido me punzaba en el nervio mas alto. Todavía me acuerdo.
Siempre digo que la lluvia me pone de mal humor.  Algunas veces cuento que esa fue la ultima vez que no lo vi, y que la anterior había sido la última. A veces cuento. Y a veces cuento historias fantásticas, otras de terror, aunque deben ser clase b, porque todos a veces se ríen de tono bizarro aunque yo no haya buscado la comicidad.  Así como Carpenter soñó con hacer westerns, yo historias de amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario