miércoles, 5 de agosto de 2009

juvenilia

Sensación que se repite año tras año. Son los olores, es el viento, la forma en que sale el sol. Debo reconocer que muchas historia he perdido de mi memoria... pero ésta, ésta es una sensación clara, recurrente, reconfortante.
Colegiales sin uniforme, sin guardapolvo. Los inmensos pasillos del Nacional Buenos Aires, los ecos. Las aulas que apenas llegaron a conocerla. Tenia 14 años aproximadamente y vestía un pantalón acampanado violeta. Su compañera que la hospedaba en la calle Matienzo le habia prestado una camiseta que rozaba lo hippie, también en tonos violaceos, con mangas también acampanadas. Un león que ruje en el medio del pecho. El frío de vestir bien una mañana de invierno casi primaveral. El pelo largo y natural. La plaza de mayo, las palomas. Los amigos. El amor a 3o.200km de distancia. La aventura.
Cada mañana de cada año puedo oler tiempo atrás. Imagino que todos es algún momento experimentamos con la máquina del tiempo sensorial. Cada vez que despido el invierno me hago feliz.
Sé que hasta que la primavera me encuentre gran número de mis mañanas serán preadolescentemente felices.

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